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Berengario de Tours

De enciclopedia católica.

Nacido en Tours alrededor de 999, murió en la isla de S. Cosme cerca de la ciudad, en 1088. Completó los estudios elementales en su ciudad natal y fue a la escuela de Chartres para estudiar artes y teología bajo la dirección del famoso Fulberto; se distinguió por su curiosa y rápida inteligencia. Parece que ya a esta edad sus inclinaciones mentales y opiniones singulares eran motivo de ansiedad para su maestro. (M. Clerval, Les Ecoles de Chartres au Moyen Age, Chartres, 1895.)

Tras la muerte de Fulberto (1029) Berengario dejó Chartres para encargarse como escolástico de la escuela de S. Martín de Tours. Su reputación se extendió rápidamente y atrajo de todas partes de Francia a distinguidos discípulos que más tarde ocuparon importantes cargos en la iglesia. Entre ellos se mencionan, aunque haya algunas dudas a Hildeberto de Lavardin, que fue obispo de Le Mans y arzobispo de Tours, S. Bruno, el fundador de los cartujos, Eusebio Bruno, más tarde obispo de Angers, Frolland, obispo de Senlis y Paulino, deán de Metz. En 1309 Berengario fue elegido archidiácono de Angers por Huberto, obispo de la ciudad, cargo que Berengario aceptó, aunque siguió viviendo en Tours dirigiendo su escuela.

Hacia 1407 las enseñanzas de Berengario sobre la Eucaristía comenzaron a llamar la atención. En la controversia eucarística del siglo nueve, Radbert Paschasius, después abad de Corbie, en su "De Corpore et Sanguine Domini"(831), había mantenido que en la Sagrada Eucaristía el pan se convierte en el cuerpo real de Cristo, en el mismo cuerpo nacido de María y crucificado. Ratramnus, un monje de la misma abadía defendió la opinión de que en la Sagrada Eucaristía no hay conversión del pan, que el cuerpo de Cristo está presente pero de una forma espiritual, y por ello no es el mismo nacido de la Virgen María y crucificado. Juan Escoto Eriúgena había apoyado la postura de que los sacramentos del altar son figuras del cuerpo de Cristo, un recordatorio del verdadero cuerpo y sangre de Cristo.(P. Batiffol, Etudes d'histoire et de théologie positive, 2d series, Paris, 1905.)

Cuando Hugues, Obispo de Langres, y Adelman, escolástico de Lieja, discutieron las enseñanzas de Berengario sobre el tema, éste respondió apelando a la autoridad de Escoto Eríugena. En este momento Lanfranc, abad del monasterio de Le Bec, atacó la opinión de Escoto como herética defendiendo la doctrina de Radbert Paschasius.

Berengario escribió una carta en su defensa que Lanfranc recibió en Roma, a donde había ido para tomar parte en un concilio. La carta se leyó en el concilio (1050), se condenó a Berengario y se le requirió que se presentase ante el concilio que se iba a celebrar ese mismo año en Vercelli.Como el rey Enrique I era abad titular de S. Martín de Tours, Berengario le pidió permiso para ir el concilio. Es posible que para entonces se hubieran celebrado las conferencias de Brionne y Chartres en las que Berengario defendió sin éxito sus opiniones. (Cf. Durand of Troarn, Liber de Corpore et Sanguine Christi, xxxiii, in Migne, P.L., CXLIX, 1422.) El rey ordenó que se encarcelara a Berengario, por razones no conocidas y en el concilio de Vercelli (1959) se examinó su doctrina, siendo condenada.

El encarcelamiento no duró mucho. El obispo de Angers, Eusebius Bruno era discípulo y seguidor suyo, y el conde de Anjou Geoffrey Martel, su protector. Al año siguiente se reunión en París un concilio, por orden de Enrique I, para juzgar a Berengario y a Eusebio Bruno, ninguno de los cuales estaba presente, resultando ambos condenados.

En el concilio de Tours (1955) presidido por el enviado papal Hildebrando, Berengario firmó una profesión de fe en la que confesaba que después de la consagración el pan y el vino eran el verdadero cuerpo y sangre de Cristo. En otro concilio, celebrado en Roma en 1509, en el que estaba presente Berengario, se retractó de sus opiniones y firmó una fórmula de fe, redactada por el cardenal Humberto, afirmando la presencia real y sensible del verdadero cuerpo de Cristo en la Eucaristía (Mansi, XIX, 900.), pero al volver, Berengario atacó esa formula. Eusebio Bruno le abandonó y el conde de Anjou Geoffrey el barbado, se opuso a él vigorosamente.

Berengario apeló al papa Alejandro II que intervino en su favor pero le pidió que renunciara a sus opiniones erróneas, cosa que Berengario se negó a hacer, orgullosamente. Entonces escribió su "De Sacra Coena adversus Lanfrancum Liber Posterior", cuyo primer libro - perdido – había sido escrito contra el concilio de Roma de 1509. Fue condenado de nuevo por el concilio de Poitiers (1075), por el de S. Maixeut (1076), y en 1078, por orden del papa Gregorio VII fue a Roma y en un concilio, en S. Juan de Letrán firmó una profesión de fe afirmando la conversión del pan en el cuerpo de Cristo, nacido de la Virgen María.

Al año siguiente , en un concilio celebrado en el mismo lugar, Berengario firmó una fórmula afirmando la misma doctrina de manera más expresa. Entonces Gregorio VII le recomendó al arzobispo de Tours y de Angers, prohibiendo que se le aplicara pena alguna y que nadie le llamara hereje. Berengario una vez regresó, volvió a atacar la fórmula que había firmado pero como consecuencia del concilio de Burdeos (1080), hizo una retractación final, retirándose a la isla de S. Cosme donde murió dentro de la Iglesia.

Doctrinas y condenación de las mismas

Según algunos de su contemporáneos, Berengario mantuvo doctrinas erróneas sobre el poder espiritual, el matrimonio, el bautismo de los niños etc.(Bernold de Constanza De Berengerii haeresiarchae damnatione multiplici in P.L., CXLIX, 1456; Guitmond, De Corporis et Sanguinis Christi veritate in Eucharistiâ, P.L., CXLIX, 1429, 1480.)

Pero la doctrina fundamental de Berengario trata de la Eucaristía. Para entender su opinión debemos observar que en filosofía, Berengario tenía tendencias racionalistas y era un nominalista.

Hasta en el estudio de la cuestión de la fe, mantenía que la razón es la mejor guía. Sin embargo, la razón depende y está limitada de las percepciones sensoriales. La autoridad no es conclusiva. Tenemos que razonar según los datos de nuestros sentidos. No hay duda de que Berengario negaba la transubstanciación (queremos decir conversión sustancial expresada por la palabra; palabra que fue utilizada por primera vez por Hidelbert de Laverdin): no esta completamente claro que negara la presencia real, aunque tenía puntos de vista falsos sobre ella.

¿Está el Cuerpo de Cristo presente en la Eucaristía y de qué modo? Berengario apelaba a autoridades, además de Escoto Eriúgena, a S. Jerónimo, S. Ambrosio, S. Agustín. Estos padres enseñaron que el sacramento del Altar es la figura, el signo, la muestra del cuerpo y sangre del Señor. Estos términos, en su mente, se aplican directamente a lo que es externo y sensible en la Sagrada Eucaristía y no implican, en absoluto, la negación de la presencia real del verdadero cuerpo de Cristo. (St. Aug. Serm. 143, n.3; Gerbert, Libellus De Corp. et Sang. Domini. n. 4, P.L., CXXXIX, 177.) Para Berengario el cuerpo y sangre de Cristo están realmente presentes en la Eucaristía pero la presencia es una presencia intelectual o espiritual. La sustancia del pan y la sustancia del vino permanecen sin cambio en su naturaleza, pero por la consagración se convierten espiritualmente en el mismo cuerpo de Cristo. Este cuerpo y sangre espirituales de Cristo son la res sacramenti; el pan y el vino son la figura, el signo, la muestra, sacramentum.

Tal es la doctrina de Berengario en sus varias discusiones, cartas y escritos hasta el concilio de Roma de 1509 (Migne P.L., CXLII, 1327; CL, 66; Martène y Durand, Theasaurus Novus Anecdotarum, Paris, 1717, IV.)

En este concilio Berengario firmó una profesión de fe afirmando que el pan y el vino después de la consagración no solamente son un signo sino el verdadero cuerpo y sangre de Cristo que puede ser percibido de una manera sensible y real (Lanfranc, De Corp. et Sang. Domini, ii, in P.L., CL, 410.) Como ya se ha dicho, Berengario se retractó de esta confesión. Mantuvo que el pan y el vino, sin cambio alguno en su naturaleza, se convierten por la consagración en el sacramento del cuerpo y sangre de Cristo, un recuerdo del cuerpo crucificado y de la sangre derramada en la cruz. Sin embargo no es el cuerpo y sangre de cristo como está ahora en los cielos; porque ¿como podría el cuerpo de Cristo que está ahora en el cielo, necesariamente limitado por el espacio, estar en otro lugar, en varios altares y en numerosas hostias? Sin embargo el pan y el vino son los signos de la actual presencia real del cuerpo y sangre de Cristo (De Sacra Coena; Lanfranc, op. cit.).

En los dos concilio de Letrán (1078 y 1079) Berengario acepta y firma esta profesión de fe que”después de la consagración el pan el es verdadero cuerpo de Cristo el mismo cuerpo nacido de la Virgen --´que el pan y el vino en el altar, por el misterio de la oración sagrada y palabras de Nuestro Redentor, se convierten sustancialmente en la misma carne y sangre de nuestro Señor Jesucristo, verdadero y dador de vida etc. (Martène et Durand, op. cit., IV, 103; Denzinger, Enchiridion, Wurzburg, 1900, n. 298.) En su explicación de esta profesión de fe, escrita después del concilio, Berengario de nuevo niega claramente la transustanciación. Declara que en la Ultima Cena, por la virtud de la bendición del Señor, el pan y el vino, guardando sus propiedades naturales, recibieron un poder de santificación y se convirtieron en sacramento de Su cuerpo y sangre; que el pan y el vino del altar son el mismo cuerpo de Cristo, Su verdadero cuerpo humano (Artene et Durand, op. cit., IV, 107.)

De todo ello concluimos que durante su vida, y antes de su profesión de fe final, Berengario ciertamente negaba la transustanciación. Respecto a la presencia real, su pensamiento es bastante oscuro y su actitud, dubitativa. Hay muchas divergencias en las opiniones de historiadores y teólogos sobre la interpretación de las doctrinas de Berengario sobre si no parece claramente que niegue la presencia real o si la dificultad para él consiste más en el modo que en el hecho de la presencia real. Sin embargo su exposición junto con los principios de filosofía, ponen en peligro el hecho mismo de la presencia real y suenan mucho como si tomara una postura negativa.

INFLUENCIAS

Excepto Eusebio Bruno que apoyó a Berengario durante un tiempo, ningún teólogo de importancia defendió su doctrina sistemáticamente. Sabemos, sin embargo, por escritores eclesiásticos de su tiempo y e inmediatamente después que la influencia de sus principios se extendió mucho y causó serios problemas. (Guitmund, op. cit. in P.L., CXLIX, 1429 ss; Durand of Troarn, Liber de Corp. et Sang. Christi, in P.L., CXLIX, 1421.)

Los escritores del siguiente siglo continuaron sus disertaciones contra los nuevos seguidores de Berengario (cf. Gregorius Barbarigo in Hurter Sanctorum Patrum opuscula selecta, XXXIX); encontraron huellas de su influencia en varias frases corrientes en sus tiempo y a veces avisan contra expresiones que pueden ser entendidas en el sentido de Berengario. El Concilio de Piacenza (1905) condenó de nuevo la doctrina de Berengario. Sus enseñanzas favorecían, hasta cierto punto a las diversas herejías medievales sobre la Eucaristía, así como las de los Sacramentarios del siglo dieciséis. Los grandes teólogos de ese tiempo protestaron unánimemente contra sus principios, atacando su opinión como contraria a las enseñanzas de la tradición y la doctrina de la iglesia. Entre ellos se pueden mencionar especialmente a Adelman, Scholastico de Lieja, Hugues, obispo de Sangres, Lanfranc, entonces abad de Le Bec; Guitmund, discípulo de Lanfranc que fue obispo de Aversa; Durand, Abad de S. Martín de Troarn; Bernold de Constanza y otros, la mayoría benedictinos (L. Biginelli, I benedittini e gli studi eucaristici nel medio evo, Turin, 1895.)

El error de Berengario, como en otras herejías, creó la ocasión necesaria de formular de forma más explicita y más precisa la doctrina católica sobre la Eucaristía. Algunas expresiones, entre las que usaban los adversarios de Berengario, fueron corregidas. Hidelberto de Lavardin, contemporáneo de Bereengario, si no su discípulo, fue el primero que usó la palabra transubstanciación. (Sermones xciii; P.L., CLXXI, 776.)

El concilio de Roma de 1079 en su condena de Berengario expresa más claramente que ningún documento anterior la naturaleza del este cambio sustancial. Y santo Tomás, en su definición de la transustanciación usa casi las mismas palabras que el concilio (Sum. Theol., III, Q. lxxv, a. 4.)

Aunque la fiesta del Corpus Christi no fue oficialmente establecida hasta el siglo trece, su institución fue, probablemente ocasionada por estas controversias eucarísticas. Lo mismo se debe decir de la ceremonia de la elevación de la Hostia después de la consagración en la Misa.

No hay una edición completa de las obras de Berengario. Sólo un volumen se ha publicado, por Visher, en Berlín (1834) que contiene la segunda parte de la De Sacra Coena, bajo el título Berengarii Turonensis opera quae Supersunt tam inedita quam edita, I, De Sacra Coena adversus Lanfrancum liber posterior. Others of his opinions and writings are to be found in the works quoted above and in P.L., CL, 63, 66; H. Sudendorf, Berengarius Turonensis oder eine Sammlung ihn betreffender Briefe (Hamburg, 1850).

George M. Sauvage.

Transcrito por Sean Hyland.

Traducido por Pedro Royo.

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Filosofía Online

Historia de la Filosofía, escuelas, filósofos y cuestiones filosóficas

Berengario de Tours: Un análisis profundo del pensamiento filosófico

Filósofo Berengario de Tours: Explorando las profundidades del conocimiento humano

En el vasto panorama de la historia de la filosofía, se encuentra un nombre que ha dejado una huella indeleble en el desarrollo del pensamiento occidental: Berengario de Tours. Nacido en el siglo XI en la ciudad de Tours, en Francia, este filósofo y teólogo medieval se destacó por su audacia intelectual y su valentía al desafiar las ideas establecidas de su tiempo.

Berengario es conocido principalmente por sus reflexiones sobre la naturaleza de la Eucaristía y su postura de que el pan y el vino consagrados no se convertían literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esta perspectiva, que contradecía la doctrina oficial de la Iglesia, le llevó a enfrentarse a la autoridad religiosa y le valió el título de hereje.

Sin embargo, más allá de su postura polémica, Berengario de Tours es un ejemplo fascinante de un pensador que se atrevió a cuestionar las creencias arraigadas y a explorar nuevas perspectivas. Su valentía intelectual y su dedicación a la búsqueda de la verdad son un recordatorio constante de la importancia de cuestionar las ideas establecidas y de no aceptarlas sin un análisis crítico.

En un mundo donde a menudo damos por sentadas nuestras creencias y aceptamos las verdades establecidas sin cuestionarlas, la figura de Berengario de Tours nos invita a reflexionar sobre la importancia de la libertad intelectual y la búsqueda constante de conocimiento. ¿Cuántas veces nos hemos detenido a cuestionar nuestras propias creencias y a considerar otras perspectivas? En el artículo que sigue, exploraremos en detalle la vida y las ideas de este apasionante filósofo medieval y descubriremos cómo su legado sigue resonando en el mundo contemporáneo.

Tabla de contenidos

Vida y contexto del filósofo Berengario de Tours: Un pensador revolucionario del siglo XI

En el vasto océano de la historia de la filosofía, encontramos figuras que se destacan por su valentía y originalidad en el pensamiento. Uno de estos pensadores revolucionarios es Berengario de Tours, cuya vida y contexto social y político influyeron profundamente en su filosofía.

Nacido en Tours, Francia, en el año 999, Berengario creció en una época de agitación política y cambios sociales. En aquel Europa se encontraba en plena Edad Media, una era marcada por la influencia de la Iglesia y la búsqueda de respuestas a preguntas fundamentales sobre la existencia humana.

Berengario recibió una educación rigurosa en la abadía de Fleury-sur-Loire, donde desarrolló su pasión por la teología y la filosofía. Sin embargo, su enfoque crítico y su deseo de cuestionar las enseñanzas tradicionales lo llevaron a enfrentarse a las autoridades eclesiásticas de su tiempo.

Su filosofía se centró en la noción de que la fe y la razón no eran incompatibles, sino que podían coexistir en armonía. Berengario defendió la idea de que la razón y la lógica eran herramientas esenciales para comprender los misterios de la fe y que la interpretación literal de los textos religiosos podía llevar a errores.

¿Cómo influyó la vida de Berengario en su filosofía? ¿Cuál fue el legado de este pensador revolucionario en la historia de la filosofía? Acompáñanos en este viaje a través del tiempo y descubre la vida fascinante de Berengario de Tours y cómo su pensamiento desafió las normas establecidas, allanando el camino para futuras generaciones de filósofos.

Principales teorías y contribuciones de Berengario de Tours: Desafiando las creencias religiosas y defendiendo el libre pensamiento

Principales teorías y contribuciones de Berengario de Tours: Desafiando las creencias religiosas y defendiendo el libre pensamiento

En la vasta historia de la filosofía, encontramos figuras que desafían las creencias establecidas y se atreven a cuestionar lo que se da por sentado. Uno de estos pensadores valientes es Berengario de Tours, un teólogo y filósofo del siglo XI que desafió las enseñanzas de la Iglesia Católica y defendió el libre pensamiento.

1. La teoría de la Eucaristía:

Una de las contribuciones más destacadas de Berengario fue su teoría sobre la Eucaristía, el sacramento central del cristianismo. Mientras que la Iglesia sostenía que el pan y el vino se transformaban literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la misa, Berengario argumentaba que este proceso era simbólico y que el pan y el vino seguían siendo materiales. Su postura desafió las creencias religiosas arraigadas y generó un debate intenso en su época.

2. El libre albedrío y la predestinación:

Otra de las teorías filosóficas de Berengario se centraba en la relación entre el libre albedrío y la predestinación. Mientras que la Iglesia sostenía que Dios había predeterminado el destino de cada individuo, Berengario defendía que los seres humanos tenían la capacidad de elegir y tomar decisiones libres. Su postura desafiaba la idea de un destino inmutable y abría la puerta a la responsabilidad individual.

3. La importancia de la razón y la lógica:

Además de sus teorías teológicas, Berengario también enfatizaba la importancia de la razón y la lógica en la búsqueda de la verdad. Argumentaba que el pensamiento crítico y el análisis racional eran herramientas fundamentales para comprender el mundo y desafiar las creencias dogmáticas. Su enfoque racionalista influyó en el pensamiento filosófico posterior y sentó las bases para el desarrollo del pensamiento científico.

Berengario de Tours fue un filósofo valiente que desafió las creencias religiosas y defendió el libre pensamiento en una época en la que la Iglesia tenía un poder absoluto. Sus teorías sobre la Eucaristía, el libre albedrío y la importancia de la razón fueron revolucionarias y abrieron nuevas puertas en el campo de la filosofía. Su legado perdura hasta nuestros días, recordándonos la importancia de cuestionar y reflexionar sobre nuestras creencias para expandir nuestro conocimiento y comprensión del mundo.

Obras y publicaciones clave de Berengario de Tours: Explorando la naturaleza de la fe y la razón humana

Obras y publicaciones clave de Berengario de Tours: Explorando la naturaleza de la fe y la razón humana

Una mente inquisitiva y una pluma perspicaz.

Berengario de Tours, un destacado filósofo medieval, cautivó a sus contemporáneos con su enfoque audaz y su profundo análisis de la relación entre la fe y la razón humana. A través de sus obras y publicaciones, dejó una huella indeleble en la historia de la filosofía, desafiando las creencias establecidas y alentando a la reflexión crítica.

1. «De sacra coena»

En su trabajo más famoso, «De sacra coena» (Sobre la Santa Cena), Berengario examina el concepto de la transubstanciación y cuestiona la creencia de que el pan y el vino se convierten literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la Eucaristía. Utilizando metáforas y ejemplos filosóficos, desafía la noción de una transformación física y argumenta a favor de una interpretación simbólica más profunda.

2. «De fide»

En su obra «De fide» (Sobre la fe), Berengario explora la naturaleza de la fe y su relación con la razón humana. A través de preguntas retóricas y lenguaje figurado, invita a los lectores a reflexionar sobre la importancia de la duda y la búsqueda de la verdad. Desafía la idea de una fe ciega y defiende la necesidad de una fe fundamentada en la razón y la experiencia personal.

3. «De libero arbitrio»

En «De libero arbitrio» (Sobre el libre albedrío), Berengario aborda el tema de la libertad humana y su relación con la voluntad divina. A través de ejemplos filosóficos y argumentos persuasivos, explora la paradoja de la libertad y la predestinación, desafiando las creencias establecidas sobre el destino humano. Su enfoque audaz y su estilo persuasivo le valieron tanto elogios como críticas.

Un legado duradero

Las obras de Berengario de Tours generaron un intenso debate y tuvieron un impacto duradero en la historia de la filosofía. Sus ideas desafiantes y su estilo persuasivo lo convirtieron en una figura controvertida, pero también en una fuente de inspiración para generaciones posteriores de filósofos.

Curiosamente, aunque Berengario fue condenado por herejía y obligado a retractarse en varias ocasiones, sus ideas continuaron influyendo en el pensamiento filosófico y teológico. Su valentía para desafiar las creencias establecidas y su habilidad para comunicar conceptos complejos de manera accesible siguen siendo admirados hasta el día de hoy.

Continúa explorando

La obra de Berengario de Tours nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la fe y la razón humana, desafiando nuestras suposiciones y alentándonos a buscar la verdad por nosotros mismos. Si deseas profundizar en su filosofía y explorar más sobre esta fascinante figura medieval, te animo a que sigas investigando y descubriendo las joyas ocultas de su legado.

Influencias, críticas y legado de Berengario de Tours: Su impacto en la filosofía y su lucha por la libertad intelectual

Influencias, críticas y legado de Berengario de Tours: Su impacto en la filosofía y su lucha por la libertad intelectual

Introducción.

En el vasto panorama de la filosofía, encontramos figuras que, a través de su pensamiento y acciones, han dejado una huella imborrable en la historia del pensamiento humano. Uno de estos filósofos destacados es Berengario de Tours, cuyo legado ha resonado a lo largo de los siglos. En este artículo, exploraremos las influencias que moldearon su pensamiento, así como las críticas que enfrentó y su impacto en la filosofía contemporánea.

Influencias y críticas

Berengario de Tours, nacido en el siglo XI, fue un pensador audaz y valiente que desafió las normas establecidas de su época. Su pensamiento se vio influenciado por filósofos como Agustín de Hipona y Pedro Abelardo, quienes le inspiraron a cuestionar las doctrinas aceptadas y a buscar la verdad por sí mismo. Sin embargo, sus ideas innovadoras y su defensa de la libertad intelectual le valieron críticas y la condena de la Iglesia.

Legado y relevancia en la filosofía contemporánea

A pesar de las adversidades que enfrentó, el legado de Berengario de Tours ha perdurado hasta nuestros días. Su lucha por la libertad intelectual y su rechazo a la autoridad dogmática sentaron las bases para el desarrollo de la filosofía moderna. Su énfasis en la importancia de la razón y la libre investigación ha influido en pensadores posteriores, como Descartes y Kant, quienes también buscaron desafiar las ideas establecidas y promover la autonomía del pensamiento.

En la filosofía contemporánea, el legado de Berengario de Tours sigue siendo relevante. Su valiente postura contra la opresión intelectual nos recuerda la importancia de cuestionar las creencias aceptadas y buscar la verdad por nosotros mismos. Su ejemplo nos invita a ser críticos y reflexivos, a no aceptar ciegamente las ideas preestablecidas y a luchar por la libertad de pensamiento en todas sus formas.

Berengario de Tours fue un filósofo valiente y visionario cuyo impacto en la filosofía ha trascendido el tiempo. Su lucha por la libertad intelectual y su rechazo a las doctrinas dogmáticas han dejado una huella indeleble en la historia del pensamiento humano. Invitamos a los lectores a explorar más sobre la vida y obra de Berengario de Tours y a descubrir cómo su legado sigue vivo en la filosofía contemporánea.

¡Para conocer más sobre otros filósofos destacados, te invitamos a explorar nuestra categoría de «Filósofos» en el siguiente enlace: Filósofos !

FAQs: Filósofo Berengario de Tours

¡Bienvenidos a nuestra sección de preguntas frecuentes sobre el filósofo Berengario de Tours! Aquí encontrarás respuestas a las interrogantes más comunes sobre este destacado pensador medieval. Exploraremos su vida, sus ideas y su legado en el campo de la filosofía. Si alguna vez te has preguntado cómo sus planteamientos desafiaron las creencias de su época o cómo influyeron en la filosofía posterior, estás en el lugar indicado. ¡Prepárate para sumergirte en el fascinante mundo del pensamiento de Berengario de Tours y expandir tu comprensión de la filosofía medieval!

¿Quién fue Berengario de Tours y cuál fue su contribución a la filosofía?

Berengario de Tours fue un filósofo y teólogo francés del siglo XI. Se le conoce principalmente por su postura en el debate sobre la Eucaristía. Berengario argumentó que el pan y el vino consagrados en la misa no se transformaban literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, sino que eran simplemente símbolos. Esta posición desafiaba la creencia dominante de la transubstanciación.

La contribución de Berengario a la filosofía radica en su defensa de la razón y la lógica en la interpretación de los dogmas religiosos. Su enfoque racionalista y su rechazo de la interpretación literal de los textos sagrados sentaron las bases para el pensamiento crítico posterior y la separación entre la fe y la razón. Su postura también influyó en el surgimiento de la escolástica y en el desarrollo de la filosofía medieval.

Principales ideas filosóficas de Berengario de Tours

Berengario de Tours fue un filósofo y teólogo del siglo XI cuyas ideas desafiaron las creencias tradicionales de su tiempo. Sus principales contribuciones filosóficas se centraron en la crítica de la doctrina de la transubstanciación en la Eucaristía. Berengario argumentó que la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo era simbólica y no literal. Esta posición, conocida como realismo moderado, generó un intenso debate en la Iglesia y lo llevó a enfrentarse con las autoridades eclesiásticas. A pesar de la oposición, Berengario defendió valientemente su postura, sentando las bases para futuros debates sobre la naturaleza de la Eucaristía.

¿Cuál fue el impacto de las ideas de Berengario de Tours en la filosofía medieval?

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Inicio

Berengario de Tours

quien fue berengario de tours

Datos principales

Fecha nacimiento

País nacimiento

Berengario de Tours fue el fundador de un grupo religioso que negaba la presencia de Cristo en la eucaristía por lo que fueron considerados heréticos por Roma. En el año 1080 regresaba a la fe católica, durante la celebración del Concilio de Burdeos. Posiblemente para reafirmarse en su catolicismo, escribió un tratado sobre la eucaristía.

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Berengarius of tours.

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Born at Tours about 999; died on the island of St. Cosme, near that city, in 1088. Having completed his elementary studies in his native city, he went to the school of Chartres in order to study arts and theology under the direction of the famous Fulbert. There he was distinguished by his curious and quick intelligence. It seems that even at this early time his bent of mind and singular opinions were a source of anxiety to his master. (M. Clerval, Les Ecoles de Chartres au Moyen Age, Chartres, 1895.) After the death of Fulbert (1029) Berengarius left Chartres and took charge, as scholasticus , of the school of St. Martin of Tours . His reputation spread rapidly and attracted from all parts of France numerous and distinguished disciples, who afterwards held positions of importance in the Church. Among them are mentioned, though there is some doubt about the first two, Hildebert of Lavardin who became Bishop of Le Mans and Archbishop of Tours, St. Bruno , the founder of the Carthusians, Eusebius Bruno, afterwards Bishop of Angers, Frolland, Bishop of Senlis, Paulinus, dean of Metz. In 1039 Berengarius was chosen archdeacon of Angers by Hubert, bishop of that city. Berengarius accepted this office, but continued to live at Tours and direct his school.

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It was about 1047 that the teaching of Berengarius touching the Holy Eucharist began to attract attention. In the Eucharistic controversy of the ninth century, Radbert Paschasius, afterwards abbot of Corbie, in his De Corpore et Sanguine Domini (831), had maintained the doctrine that in the Holy Eucharist the bread is converted into the real body of Christ, into the very body which was born of Mary and crucified. Ratramnus, a monk of the same abbey, defended the opinion that in the Holy Eucharist there is no conversion of the bread; that the body of Christ is, nevertheless, present, but in a spiritual way; that it is not therefore the same as that born of Mary and crucified. John Scotus Erigena had supported the view that the sacraments of the altar are figures of the body of Christ; that they are a memorial of the true body and blood of Christ. (P. Batiffol, Etudes d'histoire et de théologie positive, 2d series, Paris, 1905.) When, therefore, Hugues, Bishop of Langres, and Adelman écolâtre of Liège, discussed Berengarius's teachings on this subject, the latter answered by appealing to the authority of Erigena. It was at this point that Lanfranc, abbot of the monastery at Le Bec, attacked as heretical the opinion of Erigena and defended the doctrine of Radbert Paschasius. Berengarius, in his defense, wrote a letter which Lanfranc received in Rome whither he had gone to take part in a council. The letter was read in this council (1050); Berengarius was condemned, and was ordered to appear at a council which was to be held the same year at Vercelli. King Henry I being titular Abbot of St. Martin of Tours, Berengarius applied to him for permission to go to the council. It is probable that at this time the conferences of Brionne and Chartres were held in which Berengarius unsuccessfully defended his opinions. (Cf. Durand of Troarn, Liber de Corpore et Sanguine Christi, xxxiii, in Migne, P.L., CXLIX, 1422.) The king, for reasons which are not exactly known, ordered Berengarius to be imprisoned, and at the council of Vercelli (1050) his doctrine was examined and condemned.

The imprisonment, however, did not last long. The Bishop of Angers, Eusebius Bruno, was his disciple and supporter, and the Count of Anjou, Geoffrey Martel, his protector. The following year, by order of Henry I, a national synod was held in Paris to judge Berengarius and Eusebius Bruno ; neither was present, and both were condemned. At the Council of Tours (1055), presided over by the papal legate Hildebrand, Berengarius signed a profession of faith wherein he confessed that after consecration the bread and wine are truly the body and blood of Christ. At another council held in Rome in 1059, Berengarius was present, retracted his opinions, and signed a formula of faith, drawn up by Cardinal Humbert, affirming the real and sensible presence of the true body of Christ in the Holy Eucharist. ( Mansi, XIX, 900.) On his return, however, Berengarius attacked this formula. Eusebius Bruno abandoned him, and the Count of Anjou, Geoffrey the Bearded, vigorously opposed him. Berengarius appealed to Pope Alexander II, who, though he intervened in his behalf, asked him to renounce his erroneous opinions. This Berengarius contemptuously refused to do. He then wrote his De Sacrâ Coenâ adversus Lanfrancum Liber Posterior , the first book of which -- now lost -- had been written against the Council of Rome held in 1059. He was again condemned in the Councils of Poitiers (1075), and of St. Maixeut (1076), and in 1078, by order of Pope Gregory VII , he came to Rome, and in a council held in St. John Lateran signed a profession of faith affirming the conversion of the bread into the body of Christ, born of the Virgin Mary. The following year, in a council held in the same place Berengarius signed a formula affirming the same doctrine in a more explicit way. Gregory VII then recommended him to the bishops of Tours and Angers, forbidding that any penalty should be inflicted on him or that anyone should call him a heretic. Berengarius, on his return, again attacked the formula he had signed, but as a consequence of the Council of Bordeaux (1080) he made a final retraction. He then retired into solitude on the island of St. Cosme, where he died, in union with the Church.

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According to some of their contemporaries, Berengarius held erroneous opinions about the spiritual power, marriage, the baptism of children, and other points of doctrine. ( Bernold of Constance, De Berengerii haeresiarchae damnatione multiplici in P.L., CXLIX, 1456; Guitmond, De Corporis et Sanguinis Christi veritate in Eucharistiâ, P.L., CXLIX, 1429, 1480.) But Berengarius's fundamental doctrine concerns the Holy Eucharist.

In order to understand his opinion, we must observe that, in philosophy, Berengarius had rationalistic tendencies and was a nominalist. Even in the study of the question of faith, he held that reason is the best guide. Reason, however, is dependent upon and is limited by sense-perception. Authority, therefore, is not conclusive; we must reason according to the data of our senses. There is no doubt that Berengarius denied transubstantiation (we mean the substantial conversion expressed by the word; the word itself was used for the first time by Hildebert of Lavardin ); it is not absolutely certain that he denied the Real Presence, though he certainly held false views regarding it. Is the body of Christ present in the Eucharist, and in what manner? On this question the authorities appealed to by Berengarius are, besides Scotus Erigena, St. Jerome, St. Ambrose, and St. Augustine. These fathers taught that the Sacrament of the Altar is the figure, the sign, the token of the body and blood of the Lord. These terms, in their mind, apply directly to what is external and sensible in the Holy Eucharist and do not, in any way, imply the negation of the real presence of the true body of Christ. (St. Aug. Serm. 143, n.3; Gerbert, Libellus De Corp. et Sang. Domini. n. 4, P.L., CXXXIX, 177.) For Berengarius the body and blood of Christ are really present in the Holy Eucharist ; but this presence is an intellectual or spiritual presence. The substance of the bread and the substance of the wine remain unchanged in their nature, but by consecration they become spiritually the very body and blood of Christ. This spiritual body and blood of Christ is the res sacramenti ; the bread and the wine are the figure, the sign, the token, sacramentum .

Such is the doctrine of Berengarius in his various discussions, letters, and writings up to the Council of Rome in 1059. ( Migne P.L., CXLII, 1327; CL, 66; Martène and Durand, Theasaurus Novus Anecdotorum, Paris, 1717, IV.) At this council, Berengarius signed a profession of faith affirming that the bread and wine after consecration are not only a sign, but the true body and blood of Christ which can be perceived in a sensible and real manner. ( Lanfranc, De Corp. et Sang. Domini, ii, in P.L., CL, 410.) As already said, Berengarius retracted this confession. He maintained that the bread and wine, without any change in their nature, become by consecration the sacrament of the body and blood of Christ, a memorial of the body crucified and of the blood shed on the cross. It is not, however, the body of Christ as it is in heaven ; for how could the body of Christ which is now in heaven, necessarily limited by space, be in another place, on several altars, and in numerous hosts? Yet the bread and the wine are the sign of the actual and real presence of the body and blood of Christ. (De Sacrâ Coenâ; Lanfranc, op. cit.)

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In the two councils of Lateran (1078 and 1079) Berengarius accepts and signs this profession of faith that after the consecration, the bread is the true body of Christ, the very body born of the Virgin -- that the bread and wine on the altar, by the mystery of the sacred prayer and words of our Redeemer, are substantially converted into the very flesh and blood of our Lord Jesus Christ , true and life-giving , etc. (Martène et Durand, op. cit., IV, 103; Denzinger, Enchiridion, Wurzburg, 1900, n. 298.) In his explanation of this profession of faith, written after the council, Berengarius again clearly denies transubstantiation. He declares that, at the Last Supper, by virtue of the Lord's blessing, the bread and wine, keeping their natural properties, received a power of sanctification and became the sacrament of His body and blood; that the bread and wine on the altar are the very body of Christ, His true and human body. ( artene et Durand, op. cit., IV, 107.) From all of which we conclude that, during his life, and before his final profession of faith, Berengarius certainly denied transubstantiation. As to the real presence, his thought is rather obscure and his attitude hesitating. There is much divergence of opinion among historians and theologians on the interpretation of Berengarius's doctrines about this point, if it does not appear clearly that he denies the Real Presence , if perhaps the difficulty for him is in the mode rather than in the fact of the real presence ; yet his exposition of it, together with his principles of philosophy, endanger the fact itself of the Real Presence and sounds very much like a negative of it.

Outside of Eusebius Bruno, who supported Berengarius, at least for a time, no theologian of importance systematically defended his doctrine. We know, however, from ecclesiastical writers of his own and the following period that the influence of his principles was widespread and caused serious disturbance. (Guitmund, op. cit. in P.L., CXLIX, 1429 sqq.; Durand of Troarn, Liber de Corp. et Sang. Christi, in P.L., CXLIX, 1421.) The writers of the following century continue their dissertations against the New Berengarians (cf. Gregorius Barbarigo in Hurter's Sanctorum Patrum opuscula selecta, XXXIX); they find traces of his influence in various current phrases and sometimes warn against expressions which might be understood in the Berengarian sense. The Council of Piacenza (1095) again condemned Berengarius' doctrine. His teachings favoured, at least to some extent, the diverse heresies of the Middle Ages about the Holy Eucharist, as also the Sacramentarians of the sixteenth century. The great theologians of the time were unanimous in protesting against his principles, attacking his opinion as contrary to the teaching of tradition and the doctrine of the Church. Among them we may mention especially Adelman, Scholasticus of Liège ; Hugues, Bishop of Langres ; Lanfranc, then Abbot of Le Bec ; Guitmund, a disciple of Lanfranc who became Bishop of Aversa ; Durand, Abbot of St. Martin of Troarn; Bernold of Constance, and others, most of them Benedictines. (L. Biginelli, I benedittini e gli studi eucaristici nel medio evo, Turin, 1895.)

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The error of Berengarius, as is the case with other heresies was the occasion which favoured and even necessitated, a more explicit presentation, and a more precise formulation of Catholic doctrine about the Holy Eucharist. Some expressions, among those used even by the adversaries of the Berengarian doctrine, were corrected. It was Hildebert of Lavardin, a contemporary of Berengarius if not his pupil, who first used the word transubstantiation . (Sermones xciii; P.L., CLXXI, 776.) The Council of Rome in 1079 in its condemnation of Berengarius, expresses more clearly than any document before it, the nature of this substantial change; and St. Thomas, in his definition of Transubstantiation uses almost the same terms as the council. (Sum. Theol., III, Q. lxxv, a. 4.) Though the feast of Corpus Christi was officially established only in the thirteenth century, its institution was probably occasioned by these eucharistic controversies. The same may be said of the ceremony of the elevation of the Host after the consecration in the Holy Sacrifice of the Mass.

There is no complete edition of the works of Berengarius. Only one volume has been published by Visher in Berlin (1834) containing the second part of his De Sacrâ Coenâ , under the title: Berengarii Turonensis opera quae Supersunt tam inedita quam edita, I, De Sacra Coena adversus Lanfrancum liber posterior . Others of his opinions and writings are to be found in the works quoted above and in P.L., CL, 63, 66; H. Sudendorf, Berengarius Turonensis oder eine Sammlung ihn betreffender Briefe (Hamburg, 1850).

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Berengario de Tours

De wikipedia, la enciclopedia encyclopedia.

Berengario de Tours ( Tours , Francia , c. 999 – Saint-Cosme , Tours, 6 de enero de 1088) fue un religioso y teólogo francés .

quien fue berengario de tours

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BERENGARIO DE TOURS ( ca. 998-­1088)

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Berengario de Tours y su legado

2. orígenes del corpus christi, 2.1 antecedentes, 2.1.2 berengario de tours y su legado.

El dialecto o dominación de la razón sobre la fe, tuvo su principal representante durante el siglo XI, el monje de Chartres Berengario de Tours (999- 1088), quien además fue el director de la escuela de San Martín de Tours. El monje aseguraba que el medio más efectivo para llegar a la verdad, era el uso de la dialéctica y la razón, habilidades otorgadas por Dios a todos los seres humanos que querían aumentar su conocimiento. A partir del año 1046, Berengario de Tours comenzó a difundir la no presencia de Cristo en la Eucaristía, tomando como argumentos al racionalismo dialéctico y las siguientes evidencias: las características físicas constantes del pan y el vino antes y después de la consagración, que demostraban que la sustancia no cambiaba a ningún momento; el cuerpo de Cristo que estaba en el cielo y no en todos los lugares en donde se encontrasen hostias consagradas; y el cuerpo de Cristo que era demasiado grande para el tamaño de las hostias (Royo, 2009).

Las personas comenzaron a reaccionar frente a este nuevo pensamiento, ya que desde los albores de la Edad Media, la Iglesia consideró a la Eucaristía como la forma más poderosa de oración y encuentro directo con Jesucristo “transformado” (MacCulloch, 2011).

Berengario de Tours fue reconocido como un mal teólogo y filósofo que consideraba a la crucifixión como una ficción mental, que no conocía la diferencia entre sustancia y materia y que, aunque negaba la presencia del cuerpo de Cristo, a veces afirmaba una coexistencia entre éste y el pan, pero desconocía la presencia de algún ente en algún lugar de manera natural o sobrenatural, para él, el cuerpo y la sangre de Jesús eran solo símbolos que, tras la consagración y comunión, hacían actuar a los fieles de maneras diferentes (Royo, 2009).

En 1050, Berengario escribió una carta detallando y explicando todas sus teorías, la misma que llegó a manos del Papa León IX y su congregación, quienes mostraron total indignación y decidieron citar al pensador francés a un sínodo en Vercelli (Italia) al cual no asistió. En 1054 se llevó a cabo otro sínodo en Tours (Francia) presidido por un allegado de Berengario, llamado Hidelbrando, quien buscaba influir en el monje es así que Berengario rechazó todas sus teorías herejes diciendo las siguientes palabras: panis et vinum post consecrationem sunt corpus et sanguis Christi que quiere decir “el pan y el vino después de la consagración son el cuerpo y la sangre de Cristo”. En 1059, bajo el papado de Alejandro II, nuevamente se citó al monje francés al sínodo de Roma en el que fue obligado a colaborar en el desarrollo de una fórmula de fe clara para los fieles sin características dialécticas (Royo, 2009).

Al finalizar el sínodo de Roma y salir de Italia, Berengario se retractó acerca de lo dicho en las reuniones anteriores y arremetió en contra de la Iglesia Romana y del Papa escribiendo documentos de oposición a las creencias religiosas, como la presencia de Cristo en la Eucaristía y a las acciones y obras realizadas durante el papado, motivo por el cual algunos países europeos lo excomulgaron. En 1079, cuando se eligió a Hidelbrando como pontífice se estableció otro sínodo francés en donde Berengario reconoció de nuevo sus fallas y apoyó a la teoría católica de la impanación o unión del cuerpo de Cristo con el pan u hostia. Al cumplir ochenta años, Berengario volvió a sublevarse ante la iglesia defendiendo sus teorías, sin embargo, durante el Concilio de Burdeos, se arrepintió sinceramente y se retiró a la isla de San Cosme en donde murió en el año de 1088. Los discípulos de Berengario no siguieron sus teorías sino que dividieron sus opiniones y caminos

ya que el pensador no había establecido ninguna secta que siga reuniendo a personas con sus mismos puntos de vista (Royo, 2009).

Posterior a Berengario de Tours aparecieron los “cátaros”, “puros” o también llamados “albigenses” por haberse constituido en la ciudad de Albi (Francia). La doctrina que profesaban era la no existencia de un solo Dios sino de dos principios: el bien y el mal; el mundo espiritual de Dios y el mundo material de Satanás. Los cátaros aseguraban que las almas de los buenos estaban libres del mal, que los malos estaban encerrados en el cuerpo de hombres y que las personas que no eran de la secta alojaban cuerpos de animales, todo lo anterior sustentaba entonces que se niegue la presencia de Jesús encarnado en un cuerpo humano “malo” o en una Forma Sagrada (García, 2009).

Los pensamientos albigenses se propagaron por todo el sur de Francia generando discordia entre familias; iglesias sin fieles y totalmente en ruinas; sacerdotes sin honor; y cristianos sin Cristo. Cuando llegaba un cátaro a cualquier lugar, se desataban saqueos, incendios de iglesias y sacrilegios. Los herejes permanecieron en el territorio francés algunos años más hasta que, a finales del siglo XIII, terminó su legado en manos de la Inquisición (García, 2009).

Por otro lado, García (2009) y MacCulloch (2011) coinciden al estudiar a los Valdenses de forma individual, ya que significaron un importante hito en la Iglesia, siendo un movimiento que comenzó de forma ortodoxa o “legal” pero que con el paso del tiempo y las circunstancias terminó siendo considerado como hereje.

Fue un movimiento fundado en el año 1170 por un millonario de Lyon llamado Valdo, quien reconocía que la vida cristiana debía tener como fundamento a la pobreza (MacCulloch, 2011). El movimiento cometió el error de predicar la palabra de Dios libremente y sin autorización del obispado, lo que chocó con las reformas gregorianas (García, 2009).

En 1184 durante el Concilio de Verona, la Iglesia condenó esta doctrina y la relacionó con la de los cátaros dualistas, desde esta época los valdenses siguieron expandiéndose, pero lejos del episcopado (MacCulloch, 2011) hasta llegar a España en el año de 1197 en donde fueron tratados con brutalidad por

Pedro II de Aragón, siendo el principal castigo para ellos la hoguera. (García, 2009).

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  • Biografía de Berengario de Tours

Berengario de Tours fue un teólogo y erudito francés que vivió en el siglo XI. Su vida y trabajo tuvieron un gran impacto en la teología y la iglesia de su tiempo. En este artículo, exploraremos su infancia, su papel en la disputa sobre la Eucaristía, la oposición que enfrentó y su posterior rehabilitación. También examinaremos las contribuciones que Berengario hizo al pensamiento teológico.

Infancia y formación de Berengario de Tours

El papel de berengario en la disputa sobre la eucaristía, la oposición a berengario y su excomunión, el regreso de berengario a la ortodoxia y su rehabilitación, las contribuciones de berengario al pensamiento teológico.

Berengario nació en Tours, Francia, alrededor del año 999. Poco se sabe sobre su infancia y formación, pero se cree que recibió una educación sólida en teología y filosofía en los centros de aprendizaje de la época.

Una de las controversias más importantes en la iglesia medieval fue la disputa sobre la naturaleza de la Eucaristía. Berengario desempeñó un papel central en esta disputa al cuestionar la creencia predominante de que el pan y el vino se convertían literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la misa.

Las ideas de Berengario sobre la Eucaristía encontraron una fuerte oposición por parte de líderes eclesiásticos y teólogos de la época. Fue acusado de herejía y se enfrentó a la excomunión por sus opiniones consideradas como contrarias a la doctrina oficial de la iglesia.

En un intento por evitar la excomunión y restablecer su reputación, Berengario se retractó de sus puntos de vista y se sometió a las enseñanzas oficiales de la iglesia. Aunque algunos lo vieron como un acto de debilidad, otros lo interpretaron como una muestra de humildad y arrepentimiento. Finalmente, fue rehabilitado y se le permitió volver a enseñar y predicar.

A pesar de su controvertida posición sobre la Eucaristía, Berengario hizo importantes contribuciones al pensamiento teológico de su tiempo. Sus escritos y enseñanzas ayudaron a sentar las bases de futuras discusiones teológicas y a plantear preguntas importantes sobre la relación entre la fe y la razón.

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Berengario de Tours (1008-1088).

Filósofo y teólogo francés, seguidor de la doctrina filosófica dialéctica, que sometía al análisis de la razón todas las verdades. Nació en Tours y murió en la misma ciudad sin que se sepa exactamente la fecha. Berengario negó los universales y defendió que sólo lo particular era objeto del conocimiento. Se le conoce, sobre todo, por su polémica con Lanfranco de Pavía en torno a la presencia real de Cristo en la eucaristía ( De sacra coena adversus Lanfrancum ). Berengario afirmó una presencia puramente espiritual o simbólica, sin que se dé la transubstanciación, contraria por tanto de la doctrina de la Iglesia. Sus tesis fueron condenadas en 1079 por un concilio romano.

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Berengarius of Tours

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Born at Tours about 999; died on the island of St. Cosme, near that city, in 1088. Having completed his elementary studies in his native city, he went to the school of Chartres in order to study arts and theology under the direction of the famous Fulbert . There he was distinguished by his curious and quick intelligence. It seems that even at this early time his bent of mind and singular opinions were a source of anxiety to his master. (M. Clerval, Les Ecoles de Chartres au Moyen Age, Chartres, 1895.) After the death of Fulbert (1029) Berengarius left Chartres and took charge, as scholasticus , of the school of St. Martin of Tours . His reputation spread rapidly and attracted from all parts of France numerous and distinguished disciples, who afterwards held positions of importance in the Church . Among them are mentioned, though there is some doubt about the first two, Hildebert of Lavardin who became Bishop of Le Mans and Archbishop of Tours , St. Bruno , the founder of the Carthusians , Eusebius Bruno , afterwards Bishop of Angers , Frolland, Bishop of Senlis, Paulinus, dean of Metz . In 1039 Berengarius was chosen archdeacon of Angers by Hubert, bishop of that city. Berengarius accepted this office, but continued to live at Tours and direct his school .

It was about 1047 that the teaching of Berengarius touching the Holy Eucharist began to attract attention. In the Eucharistic controversy of the ninth century, Radbert Paschasius, afterwards abbot of Corbie, in his De Corpore et Sanguine Domini (831), had maintained the doctrine that in the Holy Eucharist the bread is converted into the real body of Christ , into the very body which was born of Mary and crucified. Ratramnus, a monk of the same abbey , defended the opinion that in the Holy Eucharist there is no conversion of the bread; that the body of Christ is, nevertheless, present, but in a spiritual way; that it is not therefore the same as that born of Mary and crucified. John Scotus Erigena had supported the view that the sacraments of the altar are figures of the body of Christ; that they are a memorial of the true body and blood of Christ. (P. Batiffol, Etudes d'histoire et de théologie positive, 2d series, Paris, 1905.) When, therefore, Hugues, Bishop of Langres , and Adelman écolâtre of Liège , discussed Berengarius's teachings on this subject, the latter answered by appealing to the authority of Erigena. It was at this point that Lanfranc , abbot of the monastery at Le Bec, attacked as heretical the opinion of Erigena and defended the doctrine of Radbert Paschasius. Berengarius, in his defense, wrote a letter which Lanfranc received in Rome whither he had gone to take part in a council. The letter was read in this council (1050); Berengarius was condemned, and was ordered to appear at a council which was to be held the same year at Vercelli . King Henry I being titular Abbot of St. Martin of Tours , Berengarius applied to him for permission to go to the council. It is probable that at this time the conferences of Brionne and Chartres were held in which Berengarius unsuccessfully defended his opinions. (Cf. Durand of Troarn, Liber de Corpore et Sanguine Christi, xxxiii, in Migne , P.L., CXLIX, 1422.) The king, for reasons which are not exactly known, ordered Berengarius to be imprisoned , and at the council of Vercelli (1050) his doctrine was examined and condemned.

The imprisonment , however, did not last long. The Bishop of Angers , Eusebius Bruno , was his disciple and supporter, and the Count of Anjou, Geoffrey Martel, his protector. The following year, by order of Henry I, a national synod was held in Paris to judge Berengarius and Eusebius Bruno ; neither was present, and both were condemned. At the Council of Tours (1055), presided over by the papal legate Hildebrand , Berengarius signed a profession of faith wherein he confessed that after consecration the bread and wine are truly the body and blood of Christ. At another council held in Rome in 1059, Berengarius was present, retracted his opinions, and signed a formula of faith , drawn up by Cardinal Humbert, affirming the real and sensible presence of the true body of Christ in the Holy Eucharist . ( Mansi , XIX, 900.) On his return, however, Berengarius attacked this formula. Eusebius Bruno abandoned him, and the Count of Anjou, Geoffrey the Bearded, vigorously opposed him. Berengarius appealed to Pope Alexander II , who, though he intervened in his behalf, asked him to renounce his erroneous opinions. This Berengarius contemptuously refused to do. He then wrote his De Sacrâ Coenâ adversus Lanfrancum Liber Posterior , the first book of which — now lost — had been written against the Council of Rome held in 1059. He was again condemned in the Councils of Poitiers (1075), and of St. Maixeut (1076), and in 1078, by order of Pope Gregory VII , he came to Rome , and in a council held in St. John Lateran signed a profession of faith affirming the conversion of the bread into the body of Christ , born of the Virgin Mary. The following year, in a council held in the same place Berengarius signed a formula affirming the same doctrine in a more explicit way. Gregory VII then recommended him to the bishops of Tours and Angers, forbidding that any penalty should be inflicted on him or that anyone should call him a heretic . Berengarius, on his return, again attacked the formula he had signed, but as a consequence of the Council of Bordeaux (1080) he made a final retraction. He then retired into solitude on the island of St. Cosme, where he died, in union with the Church .

Doctrines and their condemnation

According to some of their contemporaries, Berengarius held erroneous opinions about the spiritual power, marriage, the baptism of children, and other points of doctrine . ( Bernold of Constance , De Berengerii haeresiarchae damnatione multiplici in P.L., CXLIX, 1456; Guitmond, De Corporis et Sanguinis Christi veritate in Eucharistiâ, P.L., CXLIX, 1429, 1480.) But Berengarius's fundamental doctrine concerns the Holy Eucharist .

In order to understand his opinion, we must observe that, in philosophy , Berengarius had rationalistic tendencies and was a nominalist. Even in the study of the question of faith , he held that reason is the best guide. Reason, however, is dependent upon and is limited by sense-perception. Authority, therefore, is not conclusive; we must reason according to the data of our senses. There is no doubt that Berengarius denied transubstantiation (we mean the substantial conversion expressed by the word; the word itself was used for the first time by Hildebert of Lavardin ); it is not absolutely certain that he denied the Real Presence , though he certainly held false views regarding it. Is the body of Christ present in the Eucharist, and in what manner? On this question the authorities appealed to by Berengarius are, besides Scotus Erigena , St. Jerome , St. Ambrose , and St. Augustine . These fathers taught that the Sacrament of the Altar is the figure, the sign, the token of the body and blood of the Lord. These terms, in their mind, apply directly to what is external and sensible in the Holy Eucharist and do not, in any way, imply the negation of the real presence of the true body of Christ. (St. Aug. Serm. 143, n.3; Gerbert, Libellus De Corp. et Sang. Domini. n. 4, P.L., CXXXIX, 177.) For Berengarius the body and blood of Christ are really present in the Holy Eucharist ; but this presence is an intellectual or spiritual presence. The substance of the bread and the substance of the wine remain unchanged in their nature, but by consecration they become spiritually the very body and blood of Christ. This spiritual body and blood of Christ is the res sacramenti ; the bread and the wine are the figure, the sign, the token, sacramentum .

Such is the doctrine of Berengarius in his various discussions, letters, and writings up to the Council of Rome in 1059. ( Migne P.L., CXLII, 1327; CL, 66; Martène and Durand, Theasaurus Novus Anecdotorum, Paris, 1717, IV.) At this council, Berengarius signed a profession of faith affirming that the bread and wine after consecration are not only a sign, but the true body and blood of Christ which can be perceived in a sensible and real manner. ( Lanfranc , De Corp. et Sang. Domini, ii, in P.L., CL, 410.) As already said, Berengarius retracted this confession. He maintained that the bread and wine , without any change in their nature, become by consecration the sacrament of the body and blood of Christ , a memorial of the body crucified and of the blood shed on the cross. It is not, however, the body of Christ as it is in heaven ; for how could the body of Christ which is now in heaven , necessarily limited by space, be in another place, on several altars, and in numerous hosts? Yet the bread and the wine are the sign of the actual and real presence of the body and blood of Christ. (De Sacrâ Coenâ; Lanfranc , op. cit.)

In the two councils of Lateran (1078 and 1079) Berengarius accepts and signs this profession of faith that after the consecration , the bread is the true body of Christ , the very body born of the Virgin — that the bread and wine on the altar , by the mystery of the sacred prayer and words of our Redeemer , are substantially converted into the very flesh and blood of our Lord Jesus Christ , true and life-giving , etc. (Martène et Durand, op. cit., IV, 103; Denzinger , Enchiridion, Wurzburg, 1900, n. 298.) In his explanation of this profession of faith , written after the council, Berengarius again clearly denies transubstantiation . He declares that, at the Last Supper , by virtue of the Lord's blessing, the bread and wine , keeping their natural properties, received a power of sanctification and became the sacrament of His body and blood; that the bread and wine on the altar are the very body of Christ , His true and human body. (artene et Durand, op. cit., IV, 107.) From all of which we conclude that, during his life, and before his final profession of faith , Berengarius certainly denied transubstantiation . As to the real presence , his thought is rather obscure and his attitude hesitating. There is much divergence of opinion among historians and theologians on the interpretation of Berengarius's doctrines about this point, if it does not appear clearly that he denies the Real Presence , if perhaps the difficulty for him is in the mode rather than in the fact of the real presence ; yet his exposition of it, together with his principles of philosophy , endanger the fact itself of the Real Presence and sounds very much like a negative of it.

Outside of Eusebius Bruno , who supported Berengarius, at least for a time, no theologian of importance systematically defended his doctrine . We know , however, from ecclesiastical writers of his own and the following period that the influence of his principles was widespread and caused serious disturbance. (Guitmund, op. cit. in P.L., CXLIX, 1429 sqq.; Durand of Troarn, Liber de Corp. et Sang. Christi, in P.L., CXLIX, 1421.) The writers of the following century continue their dissertations against the New Berengarians (cf. Gregorius Barbarigo in Hurter's Sanctorum Patrum opuscula selecta, XXXIX); they find traces of his influence in various current phrases and sometimes warn against expressions which might be understood in the Berengarian sense. The Council of Piacenza (1095) again condemned Berengarius' doctrine . His teachings favoured, at least to some extent, the diverse heresies of the Middle Ages about the Holy Eucharist , as also the Sacramentarians of the sixteenth century. The great theologians of the time were unanimous in protesting against his principles, attacking his opinion as contrary to the teaching of tradition and the doctrine of the Church . Among them we may mention especially Adelman , Scholasticus of Liège ; Hugues, Bishop of Langres ; Lanfranc , then Abbot of Le Bec; Guitmund, a disciple of Lanfranc who became Bishop of Aversa ; Durand, Abbot of St. Martin of Troarn; Bernold of Constance , and others, most of them Benedictines . (L. Biginelli, I benedittini e gli studi eucaristici nel medio evo, Turin, 1895.)

The error of Berengarius, as is the case with other heresies was the occasion which favoured and even necessitated, a more explicit presentation, and a more precise formulation of Catholic doctrine about the Holy Eucharist . Some expressions, among those used even by the adversaries of the Berengarian doctrine , were corrected. It was Hildebert of Lavardin , a contemporary of Berengarius if not his pupil, who first used the word transubstantiation . (Sermones xciii; P.L., CLXXI, 776.) The Council of Rome in 1079 in its condemnation of Berengarius, expresses more clearly than any document before it, the nature of this substantial change; and St. Thomas , in his definition of Transubstantiation uses almost the same terms as the council. (Sum. Theol., III, Q. lxxv, a. 4.) Though the feast of Corpus Christi was officially established only in the thirteenth century, its institution was probably occasioned by these eucharistic controversies. The same may be said of the ceremony of the elevation of the Host after the consecration in the Holy Sacrifice of the Mass .

There is no complete edition of the works of Berengarius. Only one volume has been published by Visher in Berlin (1834) containing the second part of his De Sacrâ Coenâ , under the title: Berengarii Turonensis opera quae Supersunt tam inedita quam edita, I, De Sacra Coena adversus Lanfrancum liber posterior . Others of his opinions and writings are to be found in the works quoted above and in P.L., CL, 63, 66; H. Sudendorf, Berengarius Turonensis oder eine Sammlung ihn betreffender Briefe (Hamburg, 1850).

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APA citation. Sauvage, G. (1907). Berengarius of Tours. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. http://www.newadvent.org/cathen/02487a.htm

MLA citation. Sauvage, George. "Berengarius of Tours." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02487a.htm>.

Transcription. This article was transcribed for New Advent by Sean Hyland.

Ecclesiastical approbation. Nihil Obstat. 1907. Remy Lafort, S.T.D., Censor. Imprimatur. +John M. Farley, Archbishop of New York.

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BERENGARIO DE TOURS

Doctrinas y condenación de las mismas, influencias.

About: Berengar of Tours

Berengar of Tours (died 6 January 1088), in Latin Berengarius Turonensis, was an 11th-century French Christian theologian and archdeacon of Angers, a scholar whose leadership of the cathedral school at Chartres set an example of intellectual inquiry through the revived tools of dialectic that was soon followed at cathedral schools of Laon and Paris. He came into conflict with Church authorities over the doctrine of transubstantiation of the Eucharist, instead arguing for a more spiritual presence.

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Consejo de Tours

En la iglesia católica romana medieval había varios Consejos de Tours , siendo esa ciudad una antigua sede del cristianismo y considerada una ubicación bastante central en Francia.

Consejo de Tours 461

El Concilio fue convocado por Perpetuus, obispo de Tours, para abordar la mundanalidad y el despilfarro del clero galo. Atenio, obispo de Rennes, participó en el Primer Concilio de Tours en el año 461 d.C. El último en firmar los cánones fue Mansueto, episcopus Brittanorum ("obispo de los británicos" [en Armórica]). También asistieron León, obispo de Bourges, y Victurius de Le Mans, y tres más.

Consejo de Tours 567

Los obispos bretones se negaron a asistir, ya que el obispo Eufronio reclamó autoridad sobre la iglesia bretona. Entre los que asistieron se encontraba Chaletricus de Chartres.

En el Segundo , se decretó que las puertas del santuario debían permanecer abiertas para que los fieles pudieran en cualquier momento acudir ante el altar para orar (canon IV); un obispo casado debe tratar a su esposa como a una hermana (canon XII). Ningún sacerdote o monje debía compartir su lecho con otra persona; y los monjes no debían tener celdas simples o dobles, sino que debían tener un dormitorio común en el que dos o tres debían turnarse para permanecer despiertos y leer al resto (canon XIV). Si un monje se casaba o tenía relación con una mujer, debía ser excomulgado de la iglesia hasta que regresara penitente al recinto del monasterio y luego pasara por un período de penitencia (canon XV). A ninguna mujer se le debía permitir entrar en el recinto del monasterio, y si alguien veía entrar a una mujer y no la expulsaba inmediatamente, debía ser excomulgado (canon XVI). Los sacerdotes, diáconos y subdiáconos casados debían hacer que sus esposas durmieran junto con las sirvientas, mientras que ellos dormían separados, y si alguno de ellos era descubierto durmiendo con su esposa, debía ser excomulgado por un año y reducido al estado laico. (canon XIX).

El consejo también observó que todavía se observaban algunas costumbres galorromanas de culto a los antepasados. El Canon XXII decretó que a cualquier persona que se supiera que participaba en estas prácticas se le prohibiría recibir la comunión y no se le permitiría entrar a una iglesia.

Los obispos del Reino de París estaban particularmente preocupados por la práctica merovingia de apoderarse de propiedades eclesiásticas en áreas periféricas para financiar sus guerras intestinas.

El Concilio proclamó que todo el período comprendido entre Navidad y Epifanía debería considerarse parte de la celebración, creando lo que se conoció como los doce días de Navidad o Navidad.

Consejo de Tours 813

Un Concilio de Tours en el año 813 decidió que los sacerdotes debían predicar sermones en rusticam romanam linguam (lengua romance rústica) o Theodiscam (alemán), una mención del latín vulgar entendida por el pueblo, a diferencia del latín clásico que la gente común ya no podía entender. Este fue el primer reconocimiento oficial de una lengua francesa temprana distinta del latín.

Concilio de Tours 1054

Este concilio fue ocasionado por una controversia sobre la naturaleza de la Eucaristía. Estaba presidido por el legado papal Hildebrand, más tarde Papa Gregorio VII. Berengario de Tours escribió una profesión de fe en la que confesaba que después de la consagración el pan y el vino eran verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo.

Consejo de Tours 1060

Aquellos hombres que se casen con sus parientes, o aquellas mujeres que mantengan una correspondencia incasta con sus parientes y se nieguen a dejarlos o a hacer penitencia, serán excluidos de la comunidad de los fieles y expulsados de la iglesia (canon IX).

Concilio de Tours 1163

Poco antes del concilio, Godofredo de Claraval se reunió con el Papa Alejandro en París para solicitar la canonización del predecesor de Godofredo, Bernardo. El Papa aplazó su decisión en ese momento debido a las muchas solicitudes similares que había recibido. En el concilio, Thomas Becket solicitó que se canonizara a Anselmo de Canterbury, otro arzobispo de Canterbury que había tenido dificultades con un rey. Aunque Alejandro autorizó a Becket a celebrar un concilio provincial sobre el asunto, a su regreso a Inglaterra, Becket parece no haber continuado con el asunto. Entre los decretos se encontraban los que abordaban la simonía, la venta de iglesias y bienes eclesiásticos a laicos y las sectas heréticas que se extendían por el sur de Francia desde Toulouse. El Canon IV prohíbe a cualquier sacerdote aceptar gratificaciones por administrar la extremaunción o presidir un entierro.

Dios en el judaísmo

Dios en el judaísmo ha sido concebido en una variedad de formas. Tradicionalmente, el judaísmo sostiene que Yahweh, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob y el... (leer más)

Religiones abrahámicas

Las religiones abrahámicas son un grupo de religiones en su mayoría monoteístas que respaldan la adoración del Dios de Abraham. Estos incluyen más... (leer más)

Dios en el budismo

El budismo es una religión que no incluye la creencia en un dios creador, ni en ningún ser personal divino... (leer más)

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Catholic Encyclopedia (1913)/Berengarius of Tours

From volume 2 of the work.

Born at Tours about 999; died on the island of St. Cosme, near that city, in 1088. Having completed his elementary studies in his native city, he went to the school of Chartres in order to study arts and theology under the direction of the famous Fulbert. There he was distinguished by his curious and quick intelligence. It seems that even at this early time his bent of mind and singular opinions were a source of anxiety to his master. (M. Clerval, Les Ecoles de Chartres au Moyen Age, Chartres, 1895.) After the death of Fulbert (1029) Berengarius left Chartres and took charge, as scholasticus , of the school of St. Martin of Tours. His reputation spread rapidly and attracted from all parts of France numerous and distinguished disciples, who afterwards held positions of importance in the Church. Among them are mentioned, though there is some doubt about the first two, Hildebert of Lavardin who became Bishop of Le Mans and Archbishop of Tours, St. Bruno, the founder of the Carthusians, Eusebius Bruno, afterwards Bishop of Angers, Frolland, Bishop of Senlis, Paulinus, dean of Metz. In 1039 Berengarius was chosen archdeacon of Angers by Hubert, bishop of that city. Berengarius accepted this office, but continued to live at Tours and direct his school.

It was about 1047 that the teaching of Berengarius touching the Holy Eucharist began to attract attention. In the Eucharistic controversy of the ninth century, Radbert Paschasius, afterwards abbot of Corbie, in his De Corpore et Sanguine Domini (831), had maintained the doctrine that in the Holy Eucharist the bread is converted into the real body of Christ, into the very body which was born of Mary and crucified. Ratramnus, a monk of the same abbey, defended the opinion that in the Holy Eucharist there is no conversion of the bread; that the body of Christ is, nevertheless, present, but in a spiritual way; that it is not therefore the same as that born of Mary and crucified. John Scotus Erigena had supported the view that the sacraments of the altar are figures of the body of Christ; that they are a memorial of the true body and blood of Christ. (P. Batiffol, Etudes d'histoire et de théologie positive, 2d series, Paris, 1905.) When, therefore, Hugues, Bishop of Langres, and Adelman écolâtre of Liège, discussed Berengarius's teachings on this subject, the latter answered by appealing to the authority of Erigena. It was at this point that Lanfranc, abbot of the monastery at Le Bec, attacked as heretical the opinion of Erigena and defended the doctrine of Radbert Paschasius. Berengarius, in his defense, wrote a letter which Lanfranc received in Rome whither he had gone to take part in a council. The letter was read in this council (1050); Berengarius was condemned, and was ordered to appear at a council which was to be held the same year at Vercelli. King Henry I being titular Abbot of St. Martin of Tours, Berengarius applied to him for permission to go to the council. It is probable that at this time the conferences of Brionne and Chartres were held in which Berengarius unsuccessfully defended his opinions. (Cf. Durand of Troarn, Liber de Corpore et Sanguine Christi, xxxiii, in Migne, P.L., CXLIX, 1422.) The king, for reasons which are not exactly known, ordered Berengarius to be imprisoned, and at the council of Vercelli (1050) his doctrine was examined and condemned.

The imprisonment, however, did not last long. The Bishop of Angers, Eusebius Bruno, was his disciple and supporter, and the Count of Anjou, Geoffrey Martel, his protector. The following year, by order of Henry I, a national synod was held in Paris to judge Berengarius and Eusebius Bruno; neither was present, and both were condemned. At the Council of Tours (1055), presided over by the papal legate Hildebrand, Berengarius signed a profession of faith wherein he confessed that after consecration the bread and wine are truly the body and blood of Christ. At another council held in Rome in 1059, Berengarius was present, retracted his opinions, and signed a formula of faith, drawn up by Cardinal Humbert, affirming the real and sensible presence of the true body of Christ in the Holy Eucharist. (Mansi, XIX, 900.) On his return, however, Berengarius attacked this formula. Eusebius Bruno abandoned him, and the Count of Anjou, Geoffrey the Bearded, vigorously opposed him. Berengarius appealed to Pope Alexander II, who, though he intervened in his behalf, asked him to renounce his erroneous opinions. This Berengarius contemptuously refused to do. He then wrote his De Sacrâ Coenâ adversus Lanfrancum Liber Posterior , the first book of which -- now lost -- had been written against the Council of Rome held in 1059. He was again condemned in the Councils of Poitiers (1075), and of St. Maixeut (1076), and in 1078, by order of Pope Gregory VII, he came to Rome, and in a council held in St. John Lateran signed a profession of faith affirming the conversion of the bread into the body of Christ, born of the Virgin Mary. The following year, in a council held in the same place Berengarius signed a formula affirming the same doctrine in a more explicit way. Gregory VII then recommended him to the bishops of Tours and Angers, forbidding that any penalty should be inflicted on him or that anyone should call him a heretic. Berengarius, on his return, again attacked the formula he had signed, but as a consequence of the Council of Bordeaux (1080) he made a final retraction. He then retired into solitude on the island of St. Cosme, where he died, in union with the Church.

DOCTRINES AND THEIR CONDEMNATION

According to some of their contemporaries, Berengarius held erroneous opinions about the spiritual power, marriage, the baptism of children, and other points of doctrine. (Bernold of Constance, De Berengerii haeresiarchae damnatione multiplici in P.L., CXLIX, 1456; Guitmond, De Corporis et Sanguinis Christi veritate in Eucharistiâ, P.L., CXLIX, 1429, 1480.) But Berengarius's fundamental doctrine concerns the Holy Eucharist.

In order to understand his opinion, we must observe that, in philosophy, Berengarius had rationalistic tendencies and was a nominalist. Even in the study of the question of faith, he held that reason is the best guide. Reason, however, is dependent upon and is limited by sense-perception. Authority, therefore, is not conclusive; we must reason according to the data of our senses. There is no doubt that Berengarius denied transubstantiation (we mean the substantial conversion expressed by the word; the word itself was used for the first time by Hildebert of Lavardin); it is not absolutely certain that he denied the Real Presence, though he certainly held false views regarding it. Is the body of Christ present in the Eucharist, and in what manner? On this question the authorities appealed to by Berengarius are, besides Scotus Erigena, St. Jerome, St. Ambrose, and St. Augustine. These fathers taught that the Sacrament of the Altar is the figure, the sign, the token of the body and blood of the Lord. These terms, in their mind, apply directly to what is external and sensible in the Holy Eucharist and do not, in any way, imply the negation of the real presence of the true body of Christ. (St. Aug. Serm. 143, n.3; Gerbert, Libellus De Corp. et Sang. Domini. n. 4, P.L., CXXXIX, 177.) For Berengarius the body and blood of Christ are really present in the Holy Eucharist; but this presence is an intellectual or spiritual presence. The substance of the bread and the substance of the wine remain unchanged in their nature, but by consecration they become spiritually the very body and blood of Christ. This spiritual body and blood of Christ is the res sacramenti ; the bread and the wine are the figure, the sign, the token, sacramentum .

Such is the doctrine of Berengarius in his various discussions, letters, and writings up to the Council of Rome in 1059. (Migne P.L., CXLII, 1327; CL, 66; Martène and Durand, Theasaurus Novus Anecdotorum, Paris, 1717, IV.) At this council, Berengarius signed a profession of faith affirming that the bread and wine after consecration are not only a sign, but the true body and blood of Christ which can be perceived in a sensible and real manner. (Lanfranc, De Corp. et Sang. Domini, ii, in P.L., CL, 410.) As already said, Berengarius retracted this confession. He maintained that the bread and wine, without any change in their nature, become by consecration the sacrament of the body and blood of Christ, a memorial of the body crucified and of the blood shed on the cross. It is not, however, the body of Christ as it is in heaven; for how could the body of Christ which is now in heaven, necessarily limited by space, be in another place, on several altars, and in numerous hosts? Yet the bread and the wine are the sign of the actual and real presence of the body and blood of Christ. (De Sacrâ Coenâ; Lanfranc, op. cit.)

In the two councils of Lateran (1078 and 1079) Berengarius accepts and signs this profession of faith that after the consecration, the bread is the true body of Christ, the very body born of the Virgin -- that the bread and wine on the altar, by the mystery of the sacred prayer and words of our Redeemer, are substantially converted into the very flesh and blood of our Lord Jesus Christ, true and life-giving , etc. (Martène et Durand, op. cit., IV, 103; Denzinger, Enchiridion, Wurzburg, 1900, n. 298.) In his explanation of this profession of faith, written after the council, Berengarius again clearly denies transubstantiation. He declares that, at the Last Supper, by virtue of the Lord's blessing, the bread and wine, keeping their natural properties, received a power of sanctification and became the sacrament of His body and blood; that the bread and wine on the altar are the very body of Christ, His true and human body. (artene et Durand, op. cit., IV, 107.) From all of which we conclude that, during his life, and before his final prefession of faith, Berengarius certainly denied transubstantiation. As to the real presence, his thought is rather obscure and his attitude hesitating. There is much divergence of opinion among historians and theologians on the interpretation of Berengarius's doctrines about this point, if it does not appear clearly that he denies the Real Presence, if perhaps the difficulty for him is in the mode rather than in the fact of the real presence; yet his exposition of it, together with his principles of philosophy, endanger the fact itself of the Real Presence and sounds very much like a negative of it.

Outside of Eusebius Bruno, who supported Berengarius, at least for a time, no theologian of importance systematically defended his doctrine. We know, however, from ecclesiastical writers of his own and the following period that the influence of his principles was widespread and caused serious disturbance. (Guitmund, op. cit. in P.L., CXLIX, 1429 sqq.; Durand of Troarn, Liber de Corp. et Sang. Christi, in P.L., CXLIX, 1421.) The writers of the following century continue their dissertations against the New Berengarians (cf. Gregorius Barbarigo in Hurter's Sanctorum Patrum opuscula selecta, XXXIX); they find traces of his influence in various current phrases and sometimes warn against expressions which might be understood in the Berengarian sense. The Council of Piacenza (1095) again condemned Berengarius' doctrine. His teachings favoured, at least to some extent, the diverse heresies of the Middle Ages about the Holy Eucharist, as also the Sacramentarians of the sixteenth century. The great theologians of the time were unanimous in protesting against his principles, attacking his opinion as contrary to the teaching of tradition and the doctrine of the Church. Among them we may mention especially Adelman, Scholasticus of Liège,; Hugues, Bishop of Langres; Lanfranc, then Abbot of Le Bec; Guitmund, a disciple of Lanfranc who became Bishop of Aversa; Durand, Abbot of St. Martin of Troarn; Bernold of Constance, and others, most of them Benedictines. (L. Biginelli, I benedittini e gli studi eucaristici nel medio evo, Turin, 1895.)

The error of Berengarius, as is the case with other heresies was the occasion which favoured and even necessitated, a more explicit presentation, and a more precise formulation of Catholic doctrine about the Holy Eucharist. Some expressions, among those used even by the adversaries of the Berengarian doctrine, were corrected. It was Hildebert of Lavardin, a contemporary of Berengarius if not his pupil, who first used the word transubstantiation . (Sermones xciii; P.L., CLXXI, 776.) The Council of Rome in 1079 in its condemnation of Berengarius, expresses more clearly than any document before it, the nature of this substantial change; and St. Thomas, in his definition of Transubstantiation uses almost the same terms as the council. (Sum. Theol., III, Q. lxxv, a. 4.) Though the feast of Corpus Christi was officially established only in the thirteenth century, its institution was probably occasioned by these eucharistic controversies. The same may be said of the ceremony of the elevation of the Host after the consecration in the Holy Sacrifice of the Mass.

There is no complete edition of the works of Berengarius. Only one volume has been published by Visher in Berlin (1834) containing the second part of his De Sacrâ Coenâ , under the title: Berengarii Turonensis opera quae Supersunt tam inedita quam edita, I, De Sacra Coena adversus Lanfrancum liber posterior . Others of his opinions and writings are to be found in the works quoted above and in P.L., CL, 63, 66; H. Sudendorf, Berengarius Turonensis oder eine Sammlung ihn betreffender Briefe (Hamburg, 1850).

GEORGE M. SAUVAGE

quien fue berengario de tours

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La exitosa agencia de viajes de Los Blanco, la familia venezolana que llegó caminando a Perú

La familia emigró a perú y vivió en condiciones de pobreza; seis años después ha abierto un negocio de éxito en miraflores, uno de los barrios más exclusivos de lima.

Yulianna Blanco en el escritorio del fondo y Sorile cuñada de Kemel, esposa José Blanco, trabajan en la oficina de Lima.

La tarde que Yulianna Blanco cayó en cuenta de que no había cómo completar los biberones de leche que su hija de tres años necesitaba al día, tomó la decisión de dejar su casa en el sector Negro Primero, en la calurosa Maturín, en la punta nororiental de Venezuela. Corría el año 2018 y los apagones, las censuras, las detenciones arbitrarias, y la escasez habían obligado a sus compatriotas años atrás a abandonar su tierra para no abandonar sus sueños. Yulianna remató el auto del padre de sus tres niñas por ochocientos dólares y hasta su cama para hacer una bolsa y salir hacia Perú, un país al sur que conocía apenas por las ruinas de Machu Picchu , los incas y el cebiche, ese plato fresco de pescado crudo que se come en muchas costas de Latinoamérica.

La familia Blanco en el cuarto donde vivían cuando llegaron a Lima hace seis años.

Pero Yulianna Blanco no emprendió la travesía solamente junto a Ashley, Georgina y Anabella, sino con un batallón: su hermano menor Kemel y su novio, la abuela que sufría de epilepsia, dos cuñados, una prima, una sobrina y cuatro vecinos del barrio que se montaron en el bus a último momento. Lo que siguió después del 5 de abril del 2018 fue una experiencia que les endureció el cuero, un viaje incierto que se prolongó por dos semanas porque en cada parada el pasaje no alcanzaba para todos. Ni el pasaje ni la comida. Vendieron una laptop , una pulsera de oro, una plancha de ropa, una secadora de cabello, un par de celulares y estiraron la mano sin pena cuando hubo que hacerlo.

Este periodista les acompañó durante ese viaje , en el que durmieron en el piso, arropados por unas mantas, después de haber engañado al estómago con un pan duro hecho de harina de yuca llamado casabe, untado con una pasadita de mayonesa. Hicieron colas kilométricas durante un día entero por un sello de migraciones. Corrieron hacia un puesto de ayuda en busca de un té o un poco de sopa para soportar el frío. Y ocurrió que algunos adultos se desmoronaban mientras otros se esforzaban para que las pequeñas tuvieran siempre con qué jugar.

Kemel Blanco y Yulianna Blanco trabajando en la agencia.

Han pasado seis años, y estamos en un stand de diez metros cuadrados, en el sótano de una galería ubicada en Miraflores, el distrito residencial que atrae a más turistas en Lima. Es la sede principal de Alpaca Travel Tours, la agencia de viajes que el tío Kemel fundó hace dos años luego de un despido intempestivo. A sus 27 años, el hermano menor de los Blanco ha creado la gran oportunidad que necesitaba toda la familia. Yulianna trabaja codo a codo con él en una de las tres laptops de la empresa, al igual que su hija Ashley, que en unos meses se graduará como tripulante de cabina, y su cuñada Sorile.

Kemel bautizó a su emprendimiento en honor al regalo de una chamana que luego de hacerle un baño de limpieza en el complejo de Ollantaytambo, en el Cusco, le obsequió una alpaca de tela, en medio de un pago a la tierra. Le aconsejó que si alguna vez abría un negocio le pusiera un nombre relacionado a este camélido de los Andes, porque le daría mucha suerte. Kemel tuvo la virtud de ser obediente: en promedio suelen vender quince boletos semanales entre vuelos nacionales e internacionales y hace poco alcanzaron su cliente 1.600. Los destinos más solicitados son España, México y Venezuela. A pesar de la crisis, son épocas en las que una parte de la comunidad venezolana cuenta con los ahorros suficientes para reencontrarse con los suyos y tener la dicha de abrazar a sus abuelos o incluso de visitar a sus muertos.

En febrero, Kemel regresó a Maturín para conmemorar el décimo primer aniversario de la partida de una de sus hermanas, la madre de Nicole, la sobrina a quien Yulianna considera su cuarta hija. Hace unos años hubiese sido imposible. Pero Kemel, que se quedó en el tercer año de medicina en la Universidad Rómulo Gallegos, bregó desde el primer instante. Durante mucho tiempo tuvo tres trabajos: de madrugada hasta el mediodía se ganaba el dinero en una chicharronería; por las tardes vendía queques, empanadas y papas rellenas en las calles; y por las noches ayudaba en una panadería.

Cuando rememora sus primeros meses en Lima, donde vivieron apretados en un garaje, en el Callao, con colchones en el suelo, responde sin ninguna queja: “La convivencia fue chévere. Luego ya cada uno hizo su camino. Pero la verdad que trabajamos mucho y, claro, también nos tomábamos nuestras cervezas. Nosotros somos así: de lo malo siempre sacamos lo positivo”. Como en la primera Navidad de los Blanco en Lima difícilmente Papá Noel los visitaría, a Kemel se le ocurrió envolver camotes, papas y pedazos de yuca para que nadie se quedara sin un regalo debajo del árbol. Otro ejemplo de su buen ánimo fue cuando su sobrina Georgina cumplió seis años, a mediados de 2018 y al ver a la niña desanimada frente a un queque de vainilla batió un par de claras de huevo hasta preparar merengue y hacerle sentir que era la torta que tanto había esperado. “Para ellas soy su superhéroe”, dice con una sonrisa.

En estos seis años, Kemel ha podido traer a Lima a su madre, Sonia, a su hermano José Alberto y a su cuñada Sorile, a una tía y a su perrita Chanel , de once años. Vive en su propia casa con su pareja, Carlos, quien también ha montado su propia agencia de viajes. “No me puedo quejar. Habrá inestabilidad política y un tráfico horrible, pero Perú ha sido bueno conmigo, y de aquí no nos saca nadie”, dice el dueño de Alpaca Travel Tours, cuya primera sede fue el comedor del departamento donde todavía vive Yulianna con las niñas, en San Martín de Porres, el distrito que concentra el 10% de los venezolanos que habitan la capital. Se calcula que en total son 1,7 millones de llaneros en todo el Perú.

La familia Blanco en sus oficinas de Lima, (Perú).

Los Blanco nos reciben allí con un pabellón, ese banquete de frijol negro, carne mechada y plátano frito, preparado por la abuela Sonia. Georgina y Anabella han vuelto del colegio y Ashley del instituto. Cada una tiene un recuerdo distinto del viaje que las trajo hasta estas tierras. “Me toca el corazón. Es algo que nunca voy a olvidar. Me costó mucho adaptarme. Los niños me hacían bullying , me decían: ‘ándate a vender arepas a Venezuela’. Pero después pude hacer amigos y hoy me siento orgullosa de mí y mi familia. Quiero entrar a una aerolínea y viajar por el mundo”, cuenta Ashley, futura tripulante de cabina, mientras Georgina la mira atentamente y Anabella, la más pequeña, baila frente al espejo del cuarto que comparten con su madre.

Georgina y Anabella gustan de la cumbia y la salsa peruana, danzan caporales en las actuaciones, y comen papa a la huancaína y lomo saltado. La influencia es evidente. Anabella incluso ha perdido el dejo venezolano. Yulianna no deja de inculcarles el amor por sus dos patrias. Que así como aprendieron marinera, también sepan moverse al ritmo del tambor. Mientras desde la cocina se escucha el silbido de la tetera para el cafecito de media tarde, Anabella se lleva la mano a la altura del corazón y canta el himno del Perú con histrionismo: ¡somos libres! ¡Seámoslo siempre! Y antes niegue sus luces el sol. Que faltemos al voto solemne. Que la patria al Eterno elevó”. En medio del drama del éxodo venezolano, los Blanco son una flor que crece en el concreto.

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  1. Portrait of Berengar of Tours

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  1. Berengario de Tours

    Biografía. Estudió en Tours y después en Chartres, bajo los auspicios el obispo Fulberto. Tras la muerte de este, en 1029, Berengario regresó a Tours para dirigir la escuela de San Martino. En 1039 fue nombrado archidiácono de Angers, pero continuó viviendo en Tours. En 1047 Berengario mantuvo una polémica con Lanfranco de Pavía, abad ...

  2. Berengario de Tours

    Berengario de Tours. Nacido en Tours alrededor de 999, murió en la isla de S. Cosme cerca de la ciudad, en 1088. Completó los estudios elementales en su ciudad natal y fue a la escuela de Chartres para estudiar artes y teología bajo la dirección del famoso Fulberto; se distinguió por su curiosa y rápida inteligencia.

  3. Berengar of Tours

    Berengar of Tours, engraving by Henrik Hondius from Jacob Verheiden, Praestantium aliquot theologorum (1602).. Berengar of Tours (died 6 January 1088), in Latin Berengarius Turonensis, was an 11th-century French Christian theologian and archdeacon of Angers, a scholar whose leadership of the cathedral school at Chartres set an example of intellectual inquiry through the revived tools of ...

  4. Berengario de Tours: Filósofo y su legado

    Berengario de Tours fue un filósofo y teólogo francés del siglo XI. Se le conoce principalmente por su postura en el debate sobre la Eucaristía. Berengario argumentó que el pan y el vino consagrados en la misa no se transformaban literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, sino que eran simplemente símbolos.

  5. Berengar Of Tours

    Berengar Of Tours, (born c. 999, probably Tours, Touraine [now in France]—died Jan. 10, 1088, priory of Saint-Cosme, near Tours) theologian principally remembered for his leadership of the losing side in the crucial eucharistic controversy of the 11th century. Having studied under the celebrated Fulbert at Chartres, Berengar returned to Tours after 1029 and became canon of its cathedral and ...

  6. Berengario de Tours

    Desarrollo. Berengario de Tours fue el fundador de un grupo religioso que negaba la presencia de Cristo en la eucaristía por lo que fueron considerados heréticos por Roma. En el año 1080 regresaba a la fe católica, durante la celebración del Concilio de Burdeos. Posiblemente para reafirmarse en su catolicismo, escribió un tratado sobre la ...

  7. Berengarius of Tours

    BERENGARIUS OF TOURS Author of Eucharistic heresy; b. Tours, c. 1000; d. Saint-Cosmas Island, near Tours, 1088. ... (Dictionnaire de la Bible 355). He retired from public life and died at peace with the Church. ... Berengario Da Carpi Giacomo. Berengario da Carpi. Berengaria of Provence (1108-1149)

  8. Berengarius of Tours

    Born at Tours about 999; died on the island of St. Cosme, near that city, in 1088. Having completed his elementary studies in his native city, he went to the school of Chartres in order to study arts and theology under the direction of the famous Fulbert. ... Clerval, Les Ecoles de Chartres au Moyen Age, Chartres, 1895.) After the death of ...

  9. Berengario de Tours

    De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia. Berengario de Tours ( Tours, Francia, c. 999 - Saint-Cosme, Tours, 6 de enero de 1088) fue un religioso y teólogo francés.

  10. Historias de los herejes y las Herejías: Berengario de Tours y su

    No siguió Berengario los pasos de su maestro S. Fulberto, sino que aplicó el racionalismo dialéctico a temas religiosos y teológicos, y a partir de 1046 comenzó a difundir ideas contrarias a la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Hugo, obispo de Langres (1051), que había seguido en Tours las lecciones de Berengario, se ...

  11. BERENGARIO DE TOURS

    BERENGARIO DE TOURS (ca. 998-­1088) . Se distinguió por el papel predominante que otorgó a la razón en el examen de los dogmas. Fue por ello considerado como uno de los «dialécticos» medievales, pero debe te­nerse en cuenta que su confianza en la razón estaba ligada a una base «empirista», es decir, a la idea de que el fundamento de la com­prensión de lo real, y de las propias ...

  12. Berengario de Tours _ AcademiaLab

    Significado. Berengario de Tours puede verse como un precursor del racionalismo cristiano, ya que criticó la autoridad de la Iglesia. La posición de Berengario nunca fue diametralmente opuesta a la de sus críticos. Pero la controversia que suscitó obligó a la gente a reconsiderar la discusión del siglo IX sobre la Eucaristía, tal como la ...

  13. Berengar of Tours

    BERENGAR OF TOURS. BERENGAR OF TOURS (c. 1000 - 1088), rector of the schools of Saint-Martin in Tours and sometime archdeacon of Angers. Berengar was at the center of a eucharistic controversy in his own day and subsequently lent his name to a cluster of positions that more or less closely resembled his. He stands at one pole of a tension ...

  14. Berengario de Tours y su legado

    Berengario de Tours y su legado. 2. ORÍGENES DEL CORPUS CHRISTI. El dialecto o dominación de la razón sobre la fe, tuvo su principal representante durante el siglo XI, el monje de Chartres Berengario de Tours (999- 1088), quien además fue el director de la escuela de San Martín de Tours. El monje aseguraba que el medio más efectivo para ...

  15. Biografía de Berengario de Tours

    Berengario de Tours fue un teólogo y erudito francés que vivió en el siglo XI. Su vida y trabajo tuvieron un gran impacto en la teología y la iglesia de su tiempo. En este artículo, exploraremos su infancia, su papel en la disputa sobre la Eucaristía, la oposición que enfrentó y su posterior rehabilitación. ...

  16. BERENGARIO DE TOURS

    Retirado a la isla de San Cosme, junto a Tours, llevó vida de silencio y soledad hasta que m. en 1088 en paz y comunión con la Iglesia. La controversia se desarrolló más bien en el ámbito de las escuelas teológicas, y B. no formó ninguna secta. Los pocos discípulos que le siguieron, se dividieron a su muerte en diversas opiniones.

  17. Berengario de Tours (1008-1088).

    Berengario de Tours (1008-1088). Filósofo y teólogo francés, seguidor de la doctrina filosófica dialéctica, que sometía al análisis de la razón todas las verdades. Nació en Tours y murió en la misma ciudad sin que se sepa exactamente la fecha. Berengario negó los universales y defendió que sólo lo particular era objeto del ...

  18. CATHOLIC ENCYCLOPEDIA: Berengarius of Tours

    Born at Tours about 999; died on the island of St. Cosme, near that city, in 1088. Having completed his elementary studies in his native city, he went to the school of Chartres in order to study arts and theology under the direction of the famous Fulbert. There he was distinguished by his curious and quick intelligence.

  19. BERENGARIO DE TOURS

    BERENGARIO DE TOURS. [939] (911-1089) Una colección completa que incluye varias versiones de la Biblia, comentarios bíblicos, diccionarios bíblicos, escritos de los Padres de la Iglesia, libros cristianos, fuentes rabínicas y mucho más. Es completamente gratuita. Fácil de utilizar.

  20. About: Berengar of Tours

    Berengario de Tours (Tours, Francia, c. 1000 - Saint-Cosme, Tours, 1088) fue un religioso y teólogo francés. ... Saint-Cosme, Tours, 1088) fue un religioso y teólogo francés. (es) Bérenger de Tours (Beringerius Turonensis), né en 998 à Tours et mort en 1088, était un théologien français du Moyen Âge, dont les idées furent ...

  21. Consejo de Tours _ AcademiaLab

    Consejo de Tours 461. El Concilio fue convocado por Perpetuus, obispo de Tours, para abordar la mundanalidad y el despilfarro del clero galo. ... Berengario de Tours escribió una profesión de fe en la que confesaba que después de la consagración el pan y el vino eran verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo. Consejo de Tours 1060.

  22. Catholic Encyclopedia (1913)/Berengarius of Tours

    Clerval, Les Ecoles de Chartres au Moyen Age, Chartres, 1895.) After the death of Fulbert (1029) Berengarius left Chartres and took charge, as scholasticus , of the school of St. Martin of Tours. His reputation spread rapidly and attracted from all parts of France numerous and distinguished disciples, who afterwards held positions of importance ...

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